IRAK: EL GRAN NEGOCIO DE UNA GUERRA

Si queremos analizar con lujo de detalles las características de una guerra moderna de punta a cabo, echemos un vistazo a la fatídica historia de Irak desde el 2003 hasta la fecha. Comenzó la guerra con el esquema habitual de una mentira y una colosal manipulación mediática; acusaron al régimen de Sadam Hussein de poseer armas de destrucción masiva que jamás aparecieron. Cuando Washington reconoció el error ya el país estaba invadido, y el debate desde entonces jamás ha sido la legitimidad de la guerra, sino la creación de una estrategia para salir del conflicto de acuerdo con sus intereses.

Luego del engaño vino la destrucción de toda la infraestructura del país, no para derrotar a los insurgentes, sino para abrirle las puertas a las empresas norteamericanas dedicadas al negocio de la reconstrucción. Se creó un ciclo interminable de construye-destruye-construye, que permitió a dichas empresas tener un mercado interminable para sus servicios ¿Cómo se sufragaban los gastos? El dinero provenía de un fondo creado por Washington con las ganancias de las ventas del petróleo iraquí, la confiscación de bienes pertenecientes al régimen anterior, activos de reserva del programa Petróleo por Alimentos de la ONU, y en menor medida de los contribuyentes norteamericanos. Por supuesto, en un país lleno de hidrocarburos, no podían faltar las inversiones de las transnacionales norteamericanas del sector, las cuales constituyeron un lobby importantísimo a la hora de impulsar la guerra. Irak es la contienda más costosa después de la Segunda Guerra Mundial, y quizás, sea también una de las más lucrativas para las empresas estadounidenses.

Ahora bien, hemos hablado de los miles de millones de dólares ganados teóricamente de forma legal, sin embargo, el verdadero gran negocio en Irak han sido las actividades al margen de la ley. Una auditoria del Departamento de Defensa de Estados Unidos descubrió el desfalco de 9 mil millones de dólares destinados a la reconstrucción de la nación árabe, una cifra modesta en comparación con otras proporcionadas por denuncias. Otra investigación sobre contratos militares aseguró que en ambos conflictos, Irak y Afganistán, se han desfalcado entre 30 mil millones y 60 mil millones destinados a hospitales y cárceles que jamás abrieron sus puertas. A mediado de este año, el Parlamento iraquí pidió ayuda a las Naciones Unidas con el fin de investigar el robo de 17 mil millones de dólares por organismos de Estados Unidos. Para aclarar el hecho existen impedimentos legales muy interesantes, primero, aún hoy el pueblo iraquí no puede denunciar jurídicamente a Washington, y segundo, no había control sobre el trabajo de las autoridades norteamericanas. Sea cual sea la cifra robada, el asunto es que muchos llenaron sus bolsillos, y no fueron los soldados, mucho menos los iraquíes.

Las pérdidas económicas no son las más importantes. ¿Cuáles fueron los resultados sociales y políticos? La cifra de muertos iraquíes oscila ente medio millón y un millón de personas, 4500 soldados norteamericanos fallecidos y 30 mil heridos, la profanación de una cultura y un pueblo torturado en cárceles como Abu Ghraib, la inestabilidad, las divisiones sociales, y un gobierno que apenas puede sostenerse. El presidente de Estados Unidos Barack Obama pretende cumplir su promesa y retirar a finales de este año a los soldados del Pentágono, sin embargo, quedará otro gran ejército de contratistas privados y empresarios con tres objetivos principales: velar por los negocios, asegurarse que jamás cierre esa profunda herida abierta en 2003 y dejas las puertas abiertas a una nueva invasión de ser necesario.