Este
lunes tuvo lugar un acontecimiento que no podemos obviar a la hora de analizar
las más importantes noticias de la semana en América Latina. El presidente
colombiano, Juan Manuel Santos, arribó a la capital ecuatoriana, Quito, para
reunirse con su par Rafael Correa. Quedó así, no olvidada, pero sí superada la
crisis política y diplomática entre ambas naciones desde marzo de 2008, cuando
el ejército colombiano abatió ilegalmente a un grupo de guerrilleros en el
territorio del vecino país.
Restablecer
las relaciones era una tarea pendiente para ambos gobiernos; una de sus grandes
prioridades en política exterior y la superaron a lo grande. Si bien lo
fundamental del encuentro fue su trascendencia política, también fueron
considerables los proyectos y acuerdos económicos firmados que dieron fuerza y
sostén a ese reimpulso bilateral.
Se
acordó disminuir los desequilibrios en las relaciones económicas al potenciar
el turismo de ciudadanos colombianos a Ecuador; en vista a fortalecer esta
medida, los vuelos entre ambas países serán considerados naciones con un menor
costo para los pasajeros y menos trámites burocráticos En cuanto a
infraestructura, se construirá un tercer puente fronterizo para facilitar el
intercambio comercial. Correa puso un oleoducto nacional a disposición de su
invitado para facilitar el traslado del petróleo que explota Colombia en su
frontera sur y lo invitó a participar en la construcción de la refinería del
Pacífico, ya con capital venezolano y un costo aproximado de 12 mil millones de
dólares. No faltaron los acuerdos en materia de seguridad y límites marítimos.
A
pesar de estos acuerdos comerciales de envergadura, la trascendencia del
encuentro estuvo en su carácter político y regional. Juan Manuel Santos llegó a
la presidencia de Colombia dándole el frente a graves conflictos con Ecuador y
Venezuela, los cuales fue superando con pragmatismo, respeto y disposición de
ambas partes. No podía ser de otra forma, más aún cuando el contexto regional no
da lugar a esas animosidades entre países de la zona. Las fracturas y
conflictos van en sentido contrario al nuevo proyecto latinoamericano, y evitar
una solución, solo aislaría a los países involucrados. No resolver los
conflictos con sus vecinos, seria para Colombia no insertarse a plenitud en el
proceso de integración presente, algo que si han hecho muy bien tanto Venezuela
como Ecuador por otras vías. Con este estrechón de manos trilateral América
Latina también recibe mayores garantías para la construcción de una zona de
paz, otra de las aspiraciones regionales.
Pero
sobre todo hablamos se razones prácticas. Ecuador. Colombia y Venezuela son
países que comparten estrechísimas relaciones histórico-sociales con un
carácter casi indisoluble. Hubo una nación común, hay una cultura con fuertes
vínculos y una interdependencia en todos los aspectos. Para citar solo algunos
ejemplo: la ruptura de las relaciones con Venezuela significó para Colombia la pérdida
de miles de empleos y su segundo socio comercial de entonces; mientras en Ecuador
han invertido más de 2 mil empresas colombianas. Bogotá no podrá hacerle frente
a los problemas de seguridad interna si no logra la colaboración de sus vecinos
en materia fronteriza.
Los resultados de la reunión este lunes entre los mandatarios Rafael
Correa y Juan Manuel Santos, así como los acuerdos de las frecuentes reuniones
de este último con su par venezolano, Hugo Chávez, son aportes importantes al
proceso de integración latinoamericano, se basaron en un sentido pragmático y
de voluntad política, pero sobre todo, mostró la fuerza de esos lazos que
construyen los pueblos durante cientos de años.
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