viernes, 23 de diciembre de 2011

UN DIÁLOGO UBICADO EN TIEMPO Y ESPACIO


Este lunes tuvo lugar un acontecimiento que no podemos obviar a la hora de analizar las más importantes noticias de la semana en América Latina. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, arribó a la capital ecuatoriana, Quito, para reunirse con su par Rafael Correa. Quedó así, no olvidada, pero sí superada la crisis política y diplomática entre ambas naciones desde marzo de 2008, cuando el ejército colombiano abatió ilegalmente a un grupo de guerrilleros en el territorio del vecino país.

Restablecer las relaciones era una tarea pendiente para ambos gobiernos; una de sus grandes prioridades en política exterior y la superaron a lo grande. Si bien lo fundamental del encuentro fue su trascendencia política, también fueron considerables los proyectos y acuerdos económicos firmados que dieron fuerza y sostén a ese reimpulso bilateral.  

Se acordó disminuir los desequilibrios en las relaciones económicas al potenciar el turismo de ciudadanos colombianos a Ecuador; en vista a fortalecer esta medida, los vuelos entre ambas países serán considerados naciones con un menor costo para los pasajeros y menos trámites burocráticos En cuanto a infraestructura, se construirá un tercer puente fronterizo para facilitar el intercambio comercial. Correa puso un oleoducto nacional a disposición de su invitado para facilitar el traslado del petróleo que explota Colombia en su frontera sur y lo invitó a participar en la construcción de la refinería del Pacífico, ya con capital venezolano y un costo aproximado de 12 mil millones de dólares. No faltaron los acuerdos en materia de seguridad y límites marítimos.

A pesar de estos acuerdos comerciales de envergadura, la trascendencia del encuentro estuvo en su carácter político y regional. Juan Manuel Santos llegó a la presidencia de Colombia dándole el frente a graves conflictos con Ecuador y Venezuela, los cuales fue superando con pragmatismo, respeto y disposición de ambas partes. No podía ser de otra forma, más aún cuando el contexto regional no da lugar a esas animosidades entre países de la zona. Las fracturas y conflictos van en sentido contrario al nuevo proyecto latinoamericano, y evitar una solución, solo aislaría a los países involucrados. No resolver los conflictos con sus vecinos, seria para Colombia no insertarse a plenitud en el proceso de integración presente, algo que si han hecho muy bien tanto Venezuela como Ecuador por otras vías. Con este estrechón de manos trilateral América Latina también recibe mayores garantías para la construcción de una zona de paz, otra de las aspiraciones regionales.

Pero sobre todo hablamos se razones prácticas. Ecuador. Colombia y Venezuela son países que comparten estrechísimas relaciones histórico-sociales con un carácter casi indisoluble. Hubo una nación común, hay una cultura con fuertes vínculos y una interdependencia en todos los aspectos. Para citar solo algunos ejemplo: la ruptura de las relaciones con Venezuela significó para Colombia la pérdida de miles de empleos y su segundo socio comercial de entonces; mientras en Ecuador han invertido más de 2 mil empresas colombianas. Bogotá no podrá hacerle frente a los problemas de seguridad interna si no logra la colaboración de sus vecinos en materia fronteriza.

Los resultados de la reunión este lunes entre los mandatarios Rafael Correa y Juan Manuel Santos, así como los acuerdos de las frecuentes reuniones de este último con su par venezolano, Hugo Chávez, son aportes importantes al proceso de integración latinoamericano, se basaron en un sentido pragmático y de voluntad política, pero sobre todo, mostró la fuerza de esos lazos que construyen los pueblos durante cientos de años.

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