Ya
el desánimo tocó las puertas a muchos ciudadanos españoles que votaron por el
Partido Popular en las últimas elecciones parlamentarias, indignados con el
anterior gobierno y esperanzados, hasta hace muy poco, en que el nuevo
ejecutivo pondría fin en un periodo corto al drama económico del país. Durante
la campaña Rajoy ocultó detalles, pero una vez asegurada la victoria, fue más
sincero y echó sobre el pueblo un baño de agua fría… el primero de tantos.
El
flamante jefe de gobierno auguró en su discurso ante el Parlamento momento muy
difíciles para los españoles. El déficit presupuestario deberá reducirse en 16
mil 500 millones de euros, el equivalente a más de 21 mil millones de dólares;
por supuesto, la fórmula será la misma: menos gasto público y mayores
impuestos. ¿Podrá ser efectiva esta medida? Muchos lo dudan, las iniciativas
cargarán las espaldas de una sociedad con un 23 por ciento de desempleo general
y el doble de esta cifra en el caso de los menores de 25 años.
España,
al igual que el resto de Europa, posee en el consumo interno una importante
base económica y se necesita la confianza de esos consumidores para la
recuperación. Si la gente no tiene trabajo o ve el peligro de perderlo, y
además deben pagar más impuestos ¿Cómo podría reactivarse ese consumo? Al
parecer, se quiere salir de la crisis fiscal haciendo añicos las bases de la
propia economía española, si no es así, sería bueno que algún “reconocido”
economista neoliberal, miembro o aliado al gobierno, explicara la lógica de
estas decisiones.
Los
nuevos integrantes del gabinete no parecen impregnarle tampoco buenos augurios
a la gestión del gobierno a la hora de responder a las expectativas populares. El portavoz de Izquierda Unida en el Congreso
de los Diputados, Cayo Lara, aseguró
ante la prensa que los grandes favorecidos en la composición del nuevo
Ejecutivo son los especuladores financieros, entre ellos el nuevo ministro de
Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal
Montoro, quien, según Lara, ocupó un importante cargo en el fraudulento
banco norteamericano Lehman Brothers,
cuya quiebra impulsó la actual crisis financiera global. Los dos países
atendido por Montoro en ese institución financiera, España y Portugal, están “casualmente”
entre las naciones europeas con un panorama económico más sombrío. Por su
parte, el de Economía, Luís de Guindos,
es un reconocido neoliberal, y el de Defensa, Pedro Morenés, dio sus pasos en la industria privada armamentista.
Para
muchos analistas, Rajoy no tiene concretadas las soluciones a la crisis, y en
caso de tenerlas, teme mostrarlas por el miedo a la reacción popular. En su
primer discurso ante el Parlamento dio esa impresión; un periodista del
derechista periódico El País narraba como el nuevo gobernante hizo uso
frecuente de la palabra “depende” en su discurso, no concretó las medidas a
tomar y mucho menos como llevarlas a cabo, sin embargo, si ratificó su
compromiso a seguir las pautas de la Unión Europa en materia fiscal. Otro mal
presagio.
Al
parecer España seguirá la línea de
los cambios anteriores en Europa. Tras el ascenso antidemocrático de
tecnócratas en Grecia e Italia, el anunció de ambos personajes fue más
austeridad y recortes. Cuando ganó la derecha en Portugal, la postura del nuevo
primer ministro fue apretar la tuerca. Madrid no será la excepción. A los
primeros cien días de un mandatario en el poder se le considera una especie de
luna de miel con el electorado. En el caso de Mariano Rajoy, es probable que se adelanten los problemas
matrimoniales.
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