Hace días comentamos el escándalo surgido a raíz de un documental
transmitido por el canal estadounidense Univisión, que implicaba a Cuba,
Venezuela e Irán en un complot cibernético contra centrales nucleares
en Estados Unidos y diferentes organismos gubernamentales de ese país.
Pocos días después, el presidente norteamericano, Barack Obama, concedió
su primera entrevista a un medio venezolano, el periódico El Universal,
en la cual emitió algunos criterios que harían fruncir el seño a
cualquier lector medianamente informado.
En
una de sus respuestas, Obama dijo “Los vínculos del Gobierno de
Venezuela con Irán y con Cuba no han beneficiado los intereses de
Venezuela ni de su gente”. A raíz de estas palabras surge una pregunta
¿Estará mal asesorado el mandatario estadounidense o se trata de una
postura cínica? En más de diez años de colaboración entre La Habana y
Caracas los logros han sido inmensos en materia económica, política y
social.
Las cifras son públicas. Venezuela logró ser el segundo país
latinoamericano libre de analfabetismo, con la ayuda de Cuba más de un
millón 700 mil personas pudieron leer y escribir por primera vez,
algunos ya en sus últimos años de vida. Las decenas de miles de médicos
cubanos presentes en la nación sudamericana han ofrecido 290 millones de
consultas, y la salud pública, gracias a la colaboración entre ambos
países, fue por primera vez gratuita para 17 millones de personas. En el
caso de Irán, el país persa ha invertido en empresas estatales
dirigidas a resolver importantes problemas sociales en Venezuela, con el
aporte directo de fondos o tecnología.
Según cálculos de Naciones Unidas, el gobierno de Hugo Chávez sacó de
la pobreza a un promedio de 750 mil personas anuales. ¿Cuál es entonces
el concepto de pueblo en la Casa Blanca? ¿No se conocen estas cifras en
Washington? ¿No han sido recogidas por la embajada estadounidense en
Caracas, especializada en la conspiración y el espionaje al igual que
sus pares en resto del mundo?
Lo que sí nunca dio resultado para Venezuela y su pueblo, fueron las
relaciones con Estados Unidos. Desde el norte llegaban los créditos y
las presiones económicas para la introducción de las políticas
neoliberales, con los resultados que todos conocemos. De Caracas hacia
Estados Unidos iban los recursos naturales saqueados por las grandes
transnacionales petroleras norteamericanas. Se estima que hasta 1976,
más del 80 por ciento de la riqueza producida por el petróleo salió del
país sudamericano. Al nacionalizarse en esa fecha, la situación no fue
muy diferente. Hoy, bajo la égida de la Revolución Bolivariana, la
estatal Petróleo de Venezuela (PDVSA) sufraga el enorme gasto social del
Estado.
El presidente Barack Obama mintió con fines políticos, pero quien sabe
si también sintió vergüenza al comparar la realidad de su país con los
logros chavistas. Mientras en Venezuela se crean entidades bancarias
para proyectos sociales y apuntalar las pequeñas y medianas empresas, en
Estados Unidos los bancos estafan al pueblo. Mientras la Casa Blanca
ofrece dinero a los ricos, Miraflores invierte en los pobres. En el país
norteño, el más rico del mundo, más de 40 millones de personas viven en
la pobreza y otras tantas no tienen acceso a la salud; en el
sudamericano la salud es un derecho gratuito y la pobreza disminuye.
Esos logros sociales venezolanos tienen dos pilares: la voluntad del
gobierno y la colaboración con Cuba.
Ojalá Barack Obama haya sido víctima de un mal asesoramiento y no haya
actuado de forma cínica. Se puede no estar de acuerdo con un sistema
político, pero no hay derecho a mentir. Ojalá también un día rectifique y
se anime a mirar hacia este lado del mundo, para que aprenda a hacer
muchas cosas.
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