Un informe reciente de varias organizaciones de derechos humanos en
Centroamérica advierte sobre un alarmante proceso de militarización en
la zona. Según el texto, el proceso está marcado por un incremento de
las bases militares norteamericanas, que podrían socavar la soberanía de
los países anfitriones y las iniciativas de unidad regional. ¿Qué busca
Estados Unidos con las nuevas instalaciones? ¿Cuál es la importancia
estratégica que Washington le da a las naciones de la región?
Centroamérica fue, es y será un
punto valioso en la política exterior de Estados Unidos hacia la América
Latina. La historia recoge ejemplos de sobra en los cuales Washington
no escatimó recursos y proyectos ilegales en vista a mantener el control
de esos pequeños países, con economías no muy significativas, pero con
una posición geográfica importante. Dentro de esos ejemplos está el
escandaloso negocio Irán-contra, o las operaciones
contrarrevolucionarias en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, por solo
citar unos ejemplos.
Hoy el narcotráfico y la violencia son parte de una nueva estrategia de
control militar. Mientras las noticias hablan sobre el incremento del
tráfico de drogas en Centroamérica, la respuesta de Estados Unidos no ha
sido reducir su enorme demanda interna y ha puesto sobre la mesa
algunos proyectos millonarios para enfrentar el problema a través de las
armas o el incremento de efectivos militares. El narcotráfico y sus
consecuencias son enormes negocios para los traficantes y los bancos
norteamericanos que lavan el dinero sucio, pero también, excelentes
pretextos para la permanencia militar del Pentágono en la zona. Según
analistas, esa oportuna excusa es la razón por la cual la nación norteña
no intenta reducir ese enorme mercado interno de consumidores que
estimula la producción en la América Central.
Pero la trampa va mucho más allá del control y la injerencia. Un
ejemplo ilustrativo de esas intensiones escondidas es el Plan Mérida,
mediante el cual Estados Unidos debe dotar con más de 1600 millones de
dólares a México y Centroamérica. ¿En qué se invierte el dinero? ¿Pueden
los países receptores utilizar los fondos según sus prioridades y
estrategias? Por supuesto que no. La iniciativa está diseñada para el
beneficio de las empresas del complejo militar industrial norteamericano
y alrededor de un 70 por ciento del dinero regresa a los empresarios
estadounidenses. México y el resto de las naciones centroamericanas
reciben la “ayuda” a través de material militar ya seleccionado y
comprado por Estados Unidos, el cual asegura así un negocio rentable
para sus corporaciones.
¿Por qué el control a través de las armas? ¿Qué relación guardan con el
narcotráfico y la violencia? ¿Cuál es la importancia actual de
Centroamérica? Debemos recordar ante todo que Estados Unidos es una
potencia en decadencia, un proceso lento y duradero, pero la perdida de
terreno económico y político es evidente. Otras naciones con economías
muy dinámicas (China, Brasil y el resto de los países del BRICS), y los
proyectos integradores regionales, han sustituido los mecanismos
tradicionales de dominación económica de Washington; ya no vienen desde allá las inversiones y
créditos; es entonces su enorme poderío militar el recurso más viable
en vista a mantener su dominio.
Centroamérica es quizás más estratégica que nunca debido a los cambios
actuales en América Latina y los procesos revolucionarios en varias
naciones como Venezuela, Bolivia y Ecuador. Un control férreo y fuerte
sobre la pequeña región podría servir de barrera para impedir el paso de
esos impulsos políticos, sobre todo, a su vecino México.
La amenaza de militarización se enciende para América Latina por su
eslabón más débil, un reto que toca la puerta y solo se podrá enfrentar a
través de la unidad.
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