La
flamante Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) ha sido el
tema más recurrente durante toda la semana, sin embargo, por la trascendencia
histórica del nuevo foro y las posibilidades que abre para materializar
proyectos y aspiraciones, es válido hacer una análisis de los retos, ya
constituido el organismo formalmente y concluida la reunión de mandatarios.
Recordemos
las palabras del presidente venezolano, Hugo Chávez, el domingo pasado al comentar
al calificar la iniciativa como un primer paso y el resultado de un largo
proceso histórico; o los comentarios de Raúl, cuando dijo a su arribo a Caracas
“será el acontecimiento político más importante en 200 años si lo hacemos bien”
Es decir, el primer reto de la CELAC es estar consciente de que es un punto de
partida y no la meta, y en esa línea, tener un papel protagónico en la solución
de problemas regionales y nacionales. La reunión de mandatarios confirmó la
enorme cantidad de conflictos por resolver.
Otro
reto de la comunidad parte de una de sus grandes virtudes. La columna vertebral
es la voluntad política de sus miembros y no la perdida de soberanía política,
económica y social, como es el caso de la Unión Europea. ¿Qué quiere decir
esto? Se debe consolidar el espíritu integracionista desde las bases, desde los
pueblos, como señaló el presidente uruguayo José Mujica, para que si un día
cambia el mapa político e ideológico de la región, las aspiraciones
fundacionales de la CELAC no se diluyan o determinadas fuerzas pro-norteamericanas
arrastren en bloque a América Latina y el Caribe otra vez a los intereses
estadounidenses. Solo será duradero aquello profundamente arraigado en el
sentimiento popular.
Si
se logra mantener esa voluntad política, se puede enfrentar con éxito otro gran
reto: las asimetrías. Dentro de la región hay países muy diferentes en cuanto a
tamaño, desarrollo económico, riquezas naturales y peso en política exterior;
en ese sentido en muy bueno ver como en las reuniones bilaterales entre los
grandes, es decir, Brasil, Argentina, México y Venezuela, siempre se habló de
proyectos regionales de infraestructura y transporte para el beneficio de todos.
Uno de ellos, tal como anunció Chávez, será la compra por parte de Venezuela de
aviones brasileños para conectar al Caribe con el resto de América Latina.
Se
habló mucho sobre economía en la cita. La crisis económica mundial, con clara
tendencia a agravarse, será otra prueba de fuego muy pragmática para la CELAC.
El foro podría darle un impulso importante a iniciativas aún rezagadas como el
necesario Banco del Sur o un fondo de compensación económica para toda la
región. Algunos países latinoamericanos y caribeños necesitan créditos para
fomentar su desarrollo y estás estructuras financieras son indispensables. Aún están pendientes los mecanismos para lograr
la seguridad alimentaria y energética, y sobre todo, quizás lo mas importante,
comenzar a saldar las deudas sociales acumuladas durante cientos de años. Si no
se aprovecha en la práctica, de nada servirá esa gran potencialidad expresada
en datos: las mayores reservas de petróleo, el primer lugar en la producción de
alimentos, o la tercera economía del mundo en bloque con 6,2 billones de dólares
en Producto Interno Bruto.
La
CELAC es un regalo que se ha hecho América Latina en su bicentenario junto al
Caribe, pero sobre todo, es la plataforma para trabajar en vista a ese futuro
deseado aún lleno de obstáculos.
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