lunes, 23 de enero de 2012

UNA SOPA CON SABOR POLÍTICO


Una gran polémica en Internet y sobre Internet ha creado la ley contra la piratería digital en Estados Unidos, conocida como SOPA, según sus siglas en inglés. La iniciativa persigue cerrar sin juicio previo todas aquellas páginas digitales que promuevan la práctica, y ha puesto al gobierno de Estados Unidos en el medio de una discusión entre dos grandes, en un extremo  las industrias más afectadas por esta actividad ilícita, Hollywood y las empresas discográficas; y en el otro extremo a las grandes empresas de Internet.
Ya escuchamos hace unos días sobre el apagón de algunos famosos sitios digitales y las interesantes reacciones de millones de personas en todo el mundo. ¿Cuán grave es el asunto? ¿Qué implicaciones reales tiene?
Para responder a esa pregunta, debemos apartarnos de la visión que millones de personas en el mundo aún tienen sobre Internet como una herramienta solo de entretenimiento, búsqueda de información e intercambio social; debemos pensar en ella como una nueva dimensión de la vida humana cuyas multimillonarias empresas, como todas las corporaciones lucrativas, tienen grandes intereses políticos y económicos. Hay que pensar en la relación entre la llamada “red de redes” y el poder.
¿Por qué la mayoría de los políticos dieron la espalda a la iniciativa antipiratería? ¿Qué significaría para uno de estos políticos enemistarse con los grandes consorcios digitales? En Estados Unidos y en el mundo, Internet significa poder brindar información, publicidad, capital político, acceso a multitudes, en resumen, significa existir o no, aunque parezca exagerado.
Obama es un buen ejemplo. Entre las claves de su éxito electoral en 2008 estuvo su gran campaña publicitaria “on line” incluido el trabajo en las redes sociales; por supuesto, sin olvidar las viejas alianzas y las relaciones estrechas entre el mandatario y Google.
Tres grandes ejecutivos de esa megaempresa informática son funcionarios de la Casa Blanca muy cercanos al presidente. En febrero de 2011, el mandatario cenó con los grandes del sector, desde Apple hasta Facebook, incluido Google; el objetivo del encuentro era involucrarlos en los esfuerzos por la recuperación económica del país. Hay también varios escándalos de fraude en los cuales Washington sirvio de tapadera a estas compañías.
Tomemos en cuenta dos elementos; primero, hablamos de empresas que manejan decenas de miles de millones de dólares, fondos superiores al producto interno bruto de muchos países pobres. Como tienen intereses políticos hacen lobby en los círculos gubernamentales, pero con una ventaja, no solo dan dinero, pueden pagar con visibilidad. Segundo, Internet es un fenómeno reciente en términos históricos; en muchos países no está bien legislado, eso brinda mucho margen de maniobra, una posibilidad que no quieren perder.
No veamos las acciones de estas empresas (el famoso apagón) como protestas a favor de la libertad de expresión, tal como dicen; la idea va más allá, es una muestras de fuerza para mostrarles a los políticos sobre su gran alcance y la influencia en la sociedad, es decir, la influencia sobre los electores.

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