Una
gran polémica en Internet y sobre Internet ha creado la ley contra la piratería
digital en Estados Unidos, conocida como SOPA, según sus siglas en inglés. La iniciativa
persigue cerrar sin juicio previo todas aquellas páginas digitales que
promuevan la práctica, y ha puesto al gobierno de Estados Unidos en el medio de
una discusión entre dos grandes, en un extremo las industrias más
afectadas por esta actividad ilícita, Hollywood y las empresas discográficas; y
en el otro extremo a las grandes empresas de Internet.
Ya
escuchamos hace unos días sobre el apagón de algunos famosos sitios digitales y
las interesantes reacciones de millones de personas en todo el mundo. ¿Cuán
grave es el asunto? ¿Qué implicaciones reales tiene?
Para
responder a esa pregunta, debemos apartarnos de la visión que millones de
personas en el mundo aún tienen sobre Internet como una herramienta solo de
entretenimiento, búsqueda de información e intercambio social; debemos pensar
en ella como una nueva dimensión de la vida humana cuyas multimillonarias
empresas, como todas las corporaciones lucrativas, tienen grandes intereses
políticos y económicos. Hay que pensar en la relación entre la llamada “red de
redes” y el poder.
¿Por
qué la mayoría de los políticos dieron la espalda a la iniciativa
antipiratería? ¿Qué significaría para uno de estos políticos enemistarse con
los grandes consorcios digitales? En Estados Unidos y en el mundo, Internet
significa poder brindar información, publicidad, capital político, acceso a
multitudes, en resumen, significa existir o no, aunque parezca exagerado.
Obama
es un buen ejemplo. Entre las claves de su éxito electoral en 2008 estuvo su gran campaña publicitaria “on line” incluido el trabajo en las redes
sociales; por supuesto, sin olvidar las viejas alianzas y las relaciones
estrechas entre el mandatario y Google.
Tres
grandes ejecutivos de esa megaempresa informática son funcionarios de la Casa Blanca muy
cercanos al presidente. En febrero de 2011, el mandatario cenó con los grandes
del sector, desde Apple hasta Facebook, incluido Google; el objetivo del
encuentro era involucrarlos en los esfuerzos por la recuperación económica del
país. Hay también varios escándalos de fraude en los cuales Washington sirvio
de tapadera a estas compañías.
Tomemos
en cuenta dos elementos; primero, hablamos de empresas que manejan
decenas de miles de millones de dólares, fondos superiores al producto interno
bruto de muchos países pobres. Como tienen intereses políticos hacen lobby en
los círculos gubernamentales, pero con una ventaja, no solo dan dinero, pueden
pagar con visibilidad. Segundo, Internet es un fenómeno reciente en términos
históricos; en muchos países no está bien legislado, eso brinda mucho margen de
maniobra, una posibilidad que no quieren perder.
No
veamos las acciones de estas empresas (el famoso apagón) como protestas a favor
de la libertad de expresión, tal como dicen; la idea va más allá, es una muestras
de fuerza para mostrarles a los políticos sobre su gran alcance y la
influencia en la sociedad, es decir, la influencia sobre los electores.
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