martes, 17 de enero de 2012

AFGANISTÁN: ONCE AÑOS DE ESCÁNDALOS Y MALA MEMORIA.

¡Alboroto en Internet! La grabación de cuatro marines norteamericanos orinando sobre los cadáveres de unos talibanes ha dado la vuelta al mundo, tan solo uno de esos videos colocados en YouTube tiene casi medio millón de visitas. TaL pareciera que es un hecho esporádico, primero de su tipo en aquellos lugares donde los soldados estadounidenses pisan con sus botas. Desde el punto de vista periodístico el acontecimiento tiene valor noticioso, pero el asombro de muchos muestra la mala memoria de millones de personas en el mundo.
La lista es larga. En el mismo Afganistán, el soldado norteamericano Calvin Gibbs creó un escuadrón de la muerte que asesinó a tres civiles a principios de 2010, los abusos del grupo se descubrieron gracias a unas fotos en las cuales posaban al lado de los cadáveres, como trofeo le contaban los dedos u otras partes del cuerpo a las víctimas. Pero vayamos un poco más al oeste, hasta Irak ¿Recuerdan las torturas y abusos sexuales en Abu Ghraig? Las invasiones a ambos países están plagadas de estos casos, que emergen en los medios con la misma facilidad con la cual después desaparecen y sobre los cuales no detallaré para evitar caer una morbosa crónica roja.
Sin embargo, sería un error limitarnos a hechos como estos para analizar la violencia y los horrores de una guerra. Las grandes barbaridades se ejecutan por los gobiernos invasores y no por un grupo aislados de soldados; en todo caso, los crímenes cometidos por estos efectivos son la expresión de un odio estimulado desde las élites políticas y castrenses. En Afganistán, la OTAN (que en la práctica es sinónimo de Washington) ha utilizado uranio empobrecido; según los datos ofrecidos por la misma organización belicista, el número de civiles muertos en el último año superó los 2700 y en once años de ocupación pueden suman un total de 10 mil personas asesinadas. Si la propia alianza trasatlántica dio estas cifras, es prudente esperar que en realidad sean muy superiores.
El infierno puede sufrirse en vida. Decenas de miles de afganos fueron desplazados de sus lugares de origen, el sistema de salud apenas existe, las mujeres, niños y ancianos son los segmentos más afectados y las malas cosechas ponen al borde del hambre a más de seis millones de personas. Según el Programa Mundial de Alimentos, 31 por ciento de los afganos están en grave situación alimentaria y un tercio ya padece hambre. La organización dice que no puede hacer mucho ante esta situación por la falta de 200 millones de dólares. Ah… ¿por qué falta el dinero? Si, falta; mientras Washington gasta 20 mil millones de dólares en el aire acondicionado de sus soldados en ese país centroasiático, a la ONU le faltan fondos para alimentar a los civiles. Lo único que prospera en Afganistán es el negocio de la droga con el drama humano que conlleva.
¿No se pueden considerar crímenes todas estas situaciones? ¿El sufrimiento por hambre, miseria y violencia es menos terrible que unos cadáveres profanados? Los soldados son llevados a juicio y sentenciados a una condena ínfima independientemente al crimen cometido, pero ¿Quién lleva ante los tribunales a Washington, la OTAN y sus aliados europeos? El video de los soldados profanando los cadáveres de los talibanes es solo un capítulo de un libro de horror.

No hay comentarios:

Publicar un comentario