Sin embargo, el conflicto muestra escenarios más peligrosos. Los políticos y funcionarios gubernamentales lucen desafiantes ante la prensa, pero al interior de sus despachos reconocen las fortalezas de Irán, sus ventajas culturales, políticas y geoestratégicas. Son concientes del fracaso en Afganistán e Irak, donde sus modernísimas tropas fueron empantanadas por los insurgentes mal armados, por lo tanto, imaginan los enormes costos de una invasión a Irán, país más preparado, con un ejercito muy fuerte y numeroso, y donde no hay divisiones tribales o étnicas importantes.
A pesar de las
amenazas bélicas, todo parece indicar que la estrategia de Estados Unidos y
Europa es en primera instancia provocar una implosión de la sociedad iraní a
través de la asfixia económica, algo parecido a las primaveras árabes en el
norte de África. Esa fractura haría caer al gobierno islámico y limpiaría el
espinoso camino a Occidente, sin embargo, Teherán ha demostrado no estar
dispuesta a esperar un ataque quirúrgico y la respuesta iraní podría darse
cuando las presiones se le hagan insoportables. Las potencias juegan con fuego
y subestiman la respuesta iraní
Pero mientras el
mundo observa con pavor la escalada del peligroso conflicto, no pocos sacan
provechos de la coyuntura. En primer lugar, el “todo poderoso” complejo militar
industrial de Estados Unidos incrementa sus ganancias con las ventas de armas.
Segundo, las empresas y naciones petroleras ven como se incrementa el precio de
los hidrocarburos, las ganancias aumentan al igual que la especulación en las
bolsas; el petróleo iraní sancionado en Europa será sustituido seguramente por
Arabia Saudita y otro país del golfo implicado en el complot contra Irán. Y
tercero, desde el punto de vista geoestratégico Washington lleva la
inestabilidad a Asia y podría amenazar la dinámica económica de países como
China. Esa región es priorizada en la nueva estrategia militar de Washington
y allí se encuentran dos de sus grandes enemigos: China y Rusia.
En fin, no todo el
mundo pierde en este peligroso juego. Analizando este aspecto podemos
acercarnos más a los intereses y protagonistas ocultos del conflicto.
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