La directora del Departamento de África en el Fondo Monetario
Internacional, Antoinette Sayeh, escribió hace unos días en la web de
esa institución un artículo sobre ese continente titulado “La calidad
del crecimiento”, en el cual elogia los resultados macroeconómicos del
África Subsahariana. Es una de las tantas voces en Europa o Estados
Unidos que pintan a un África próspera, dónde por fin se está superando
el subdesarrollo y la pobreza generada por siglos de explotación
extranjera. Lástima que los números sean tan engañosos… todo lo que
brilla no es oro. Vayamos a los detalles.
Un estudio realizado por Naciones
Unidas y el Banco de Desarrollo Africano, con el título “Perspectiva
Económica Africana 2011”, reveló detalles interesantes sobre ese
crecimiento basado en la inversión extranjera directa. Alrededor del 75
por ciento de esa inversión se realizó en los países ricos en petróleo y
minerales, y con muy pocos vínculos con el resto de la economía local,
es decir, lejos de aquellos renglones que dan trabajo al mayor por
ciento de población, por ese motivo, en la mayoría de los países
africanos el crecimiento económico no es una garantía a la reducción de
la pobreza.
Por supuesto, los fondos, al venir del extranjero, son colocados donde
mejor convengan a las grandes transnacionales y no donde sean necesarios
para la población local. Las grandes transnacionales dan continuidad a
la filosofía colonial del saqueo, el interés está en renglones muy
específicos y no existe la voluntad de ayudar al desarrollo integral de
la región. Con tal de recibir inversión extranjera directa, base de ese
crecimiento, muchos gobiernos africanos ofrecen al capital foráneo
grandes extensiones de tierras fértiles, cero regulaciones ambientales y
mano de obra muy barata. Lo triste es que son reglas impuestas por el
orden económico mundial, y si los gobiernos africanos quieren crecer
deben jugar conforme a ellas.
¿Cuánto beneficio reciben las poblaciones de esos países africanos?
Pongamos un solo ejemplo; con un crecimiento económico promedio del 6
por ciento, Nigeria es uno de los grandes productores de petróleo a
nivel mundial y un abastecedor energético de Estados Unidos, Europa y
Asia. Hace unos días los sindicatos convocaron a una huelga general en
contra del alza de los precios de los combustibles, pues según los
manifestantes, el combustible subsidiado es el único beneficio que
reciben los nigerianos de los millonarios ingresos provenientes de las
ventas de hidrocarburos. Nigeria es célebre por dos aspectos: sus
reservas de crudo y su despampanante pobreza.
Termino con otro ejemplo para ofrecer una idea más clara de la
situación general. En África, una de las regiones del planeta más
amenazadas por el hambre, el capital extranjero ha comprado hasta el
momento una cantidad de tierra equivalente a la mitad de Europa para
garantizar en el futuro los alimentos de sus países de origen, sin
embargo, 80 por ciento de las familias africanas viven de la agricultura
familiar. Si las empresas extranjeras compran las tierras ¿qué comerán
millones de personas en ese continente?
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