martes, 29 de noviembre de 2011

Retos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños

Faltan solo unos días para la constitución formal en Caracas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Un mecanismo que reunirá a representantes de 33 países de la región, sin la presencia de Estados Unidos, Canadá y las ex metrópolis europeas.
Ya no vendrán delegaciones procedentes de Washington  para presionar a los gobiernos latinoamericanos, ni los representantes de Madrid a defender los negocios de sus transnacionales o a tratar de consolidarse como la puerta de las inversiones de Europa hacia América Latina.
La CELAC también tiene un fuerte simbolismo histórico por dos aspectos fundamentales; es el resultado de un cambio de época, de la caída paulatina de gobiernos neoliberales y el accenso de gobiernos de izquierda con  diferentes matices entre sí, pero con una misma vocación integracionista; por otro lado, quedará formalmente constituida en Venezuela, la tierra de grandes próceres latinoamericanos y cuna de la independencia de la corona española; allí se soñó y conceptualizó la unidad que nos empeñamos en construir. Si tomamos en cuenta el significado político actual de Venezuela, podemos considerar el hecho como un apoyo también a esos cambios profundos en la región.
La Comunidadde Estados Latinoamericanos y Caribeños es la organización regional más abarcadora. Sobre el mismo manto estará la América del Sur con sus grandes economías, incluyendo a una de las emergentes, y los pequeños países centroamericanos y caribeños; por tanto, su carácter abarcador implica grandes retos para la naciente organización Primero, debe respetar la heterogeneidad, buscar un equilibrio entre los diferentes intereses de las partes, encontrar los puntos de unión e ir limando las divergencias, no puede convertirse en una institución al servicio de algunos países en detrimento de otros, como sí ha ocurrido con algunos proyectos integracionistas anteriores; segundo, la CELAC debe coexistir con varias iniciativas subregionales con proyecciones muy diferentes, desde la solidaria y avanzada Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, pasando por la activa Unión de Naciones Sudamericanas, y terminando por la desprestigiada Organización de Estados Americanos, todavía ministerio de colonias de Estados Unidos. ¿Cómo buscará su lugar frente a tantas iniciativas, algunas de ellas muy exitosas?
Pero quizás, el mayor reto de la Comunidad está en funcionar y romper las expectativas de sus creadores. Lograr una verdadera unidad no es tarea fácil. Si bien hay un grupo importante de gobiernos que asumen la integración como una necesidad histórica, otros, afortunadamente los menos, siguen mirando hacia Washington y su unión podría tener un carácter transitorio u oportunista mientras dure la crisis; quien sabe si hasta pudieran actuar como caballos de Troya de los intereses imperialistas.
Ojalá tras la fundación de CELAC se comience a hablar de Latinoamérica y no más de países latinoamericanos por separados. El carácter multipolar del mundo no puede estar dado solo por los enfrentamientos de China y Rusia a los intereses de Estados Unidos. América Latina tiene la capacidad de ser uno de esos polos, más aún, cuando es en esta parte del mundo donde renace la esperanza socialista como alternativa al capitalismo, crece una conciencia antiimperialista y una integración más social que lucrativa.

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