Por Oliver Zamora Oria.
Según un reportaje publicado por la cadena de televisión Rusia
Today, crece el número de españoles que buscan oportunidades económicas y
empleos en países latinoamericanos como Argentina, incluso Venezuela,
cuyo modelo económico es tan cuestionado por la derecha que tomará las
riendas del país ibérico. A nivel de gobiernos, la posición de Europa
roza lo inmoral; desean llevar los cientos de miles de millones de
dólares de las reservas latinoamericanas al fracasado Sistema de
Compensación Europea, con el fin, de salvar a los Estados con problemas
fiscales; es decir, buscan solucionar sus dificultades a costa de sus
antiguas colonias latinoamericanas bajo una mentalidad colonial.
Ambos ejemplos muestran la actual salud económica de nuestra región
al margen de la debacle financiera en los principales centros de poder
capitalistas: Europa y Estados Unidos. Ante el agravamiento casi seguro
de la crisis, las preguntas son ¿Hasta cuándo América Latina mostrará
buenos índices de crecimiento en su PIB? ¿Será arrastrada por la crisis
mundial? ¿Cuándo las malas noticias económicas nos tocarán la puerta?
Los líderes regionales están preocupados. En este mundo globalizado los
países ricos son los grandes consumidores y las naciones
latinoamericanas, junto a otras, garantizan las materias primas y
manufacturas para ese consumo. Si los ciudadanos de Europa y Estados
Unidos no pueden consumir por el alto desempleo y recortes sociales,
América Latina podría ver afectada sus exportaciones y el precio de sus
materias primas por el piso. China nos ha salvado con el otorgamiento de
créditos y su enorme demanda, pero recordemos, Beijing también depende
del consumo europeo y norteamericano.
La región no está del todo preparada para afrontar el impacto de la
crisis. No se puede crear un mercado interno a los productos propios,
pues persiste la pobreza y la mayor desigualdad social del mundo.
Algunos gobiernos han implementado sistemas de ayudas, pero son
iniciativas que no resuelven el problema estructural de la pobreza ni
garantizan un empleo digno. Estamos entre las regiones que menos
invierten en innovación y desarrollo científico en todo el mundo, lo
cual, nos hace sumamente dependiente de las patentes extranjera y
condicionan nuestro desarrollo tecnológico a las grandes
transnacionales. América Latina recibe gran cantidad de inversión
extranjera de los privilegiados millonarios de Europa y Estados Unidos
¿No podrían contagiarnos de las prácticas fraudulentas que desataron las
crisis fiscales en sus países de origen?
Pero también hemos avanzado miles de kilómetros respecto a los
lamentables años noventa. Hay nuevos paradigmas, un concepción solidaria
en las relaciones comerciales regionales con su máxima expresión en el
ALBA, iniciativas como el Banco del Sur o el SUCRE que cada día serán
más necesarias concretar. América Latina fue desangrada por el
neoliberalismo y con esas lecciones, es difícil que se busquen
soluciones aplicando las mismas recetas, menos aún, cuando la derecha en
el poder enfrenta un masivo descontento social; ejemplo clásico Chile. Y
algo fundamental, muchos coinciden en la importancia del Estado como
institución rectora de la economía. Como diría la presidenta argentina,
Cristina Fernández, durante una reunión con empresarios: “El mercado
hasta donde se pueda, el Estado hasta donde sea necesario”.
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